Bismilahi Rahmani Rahim

Atestiguo que no hay nada salvo Dios y atestiguo que Muhammad (sallalahu alayhi wa sallam) es Su Servidor y Mensajero.

lunes, 30 de abril de 2012

Adonay ; Doctor Jorge Adoum

Conocemos del amor, como de la corriente eléctrica, sus efectos pero no su esencia. El amor cambia el sueño de la juventud en un perpetuo despertar. Pero es un despertar más agradable que la ilusión lejana y utópica de los sueños. El amor desata la lengua, abre los párpados y rasga la garganta. Es la luz que brota de nuestra alma para alumbrar mil mundos etéreos e inmateriales. Es un hálito que se agita en el espíritu, como la idea majestuosa en la mente del poeta y la armonía de la música en los labios del artista. Amor es cielo de libertad a donde no llegan las mentiras convencionales de las leyes de la humanidad. Porque el amor es la sola ley. El amor juega con el corazón de los hombres a su capricho: lo contrae reduciéndolo a la nada o lo dilata, elevándolo a lo infinito. De las manos de Dios se desprendió la primera materia, la masa ígnea. De esta masa formó la tierra, la que engendró la vida. Y de esta vida nació un hombre al que Dios dijo: "¡Amame!"; y se detuvo en su creación. Y Dios se ocultó entonces en la inmensidad del caos.

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